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DescriptionLa Historia del Almirante fue escrita por Hernando Colón entre los años 1537 y 1539. Pese a las críticas que la han rodeado y el apasionamiento que envuelve todo lo relacionado con Cristóbal Colón o sus adversarios, lo cierto es que sigue siendo una valiosa fuente de conocimiento, tanto para la historia de los descubrimientos colombinos como para los primeros asentamientos españoles en el Nuevo Mundo. Para su elaboración, el hijo menor del Almirante utilizó material de primera mano procedente del descubridor y de otros protagonistas de aquella primera hora americana. Algunos documentos, hoy perdidos, nos han llegado a través de esta obra como, por ejemplo, la famosa Relación del ermitaño fray Ramón Pané, auténtico tesoro sobre la mitología, creencias y costumbres de la población indígena antillana. La Historia del Almirante fue escrita con el objetivo de enaltecer la figura y obra del descubridor de América. En tal sentido, alcanza relieve excepcional todo lo relativo a viajes y descubrimientos colombinos. Es ahí donde la pluma hernandina brilla más y mejor. Entreteje unos relatos —sobre todo el del cuarto viaje— bastante completos, aunque olvide transmitirnos ciertos comportamientos paternos dudosos y criticables. Hernando tuvo en todo momento los diarios de a bordo y relaciones de su padre, aportación que, debidamente expurgada, siempre deberá reconocer el historiador. Ni qué decir tiene que cualquier lector que se acerque a esta obra deberá hacerlo con enorme cautela y sentido crítico. Habrá de recordar siempre que si la obra cuenta mucho, también mucho es lo que calla, especialmente en lo que se refiere a los datos biográficos de Cristóbal Colón en su etapa anterior a 1492. El autor: HERNANDO o FERNANDO COLÓN. Nació el 15 de agosto de 1488 en Córdoba (España). Podía haber pasado únicamente a la historia por ser el hijo de Cristóbal Colón, fruto de su relación con Beatriz Henríquez de Arana. Sin embargo, destaca más en él su condición de cosmógrafo, escritor, jurista, aventurero, bibliófilo, biógrafo, embajador y viajero incansable. Tras el segundo viaje de Colón, Hernando y su hermanastro, Diego, fueron enviados a la Corte como pajes. Era este detalle parte del pago de los Reyes Católicos por los servicios de su padre a la Corona con el descubrimiento de América y explica que un hijo bastardo acceda a un ambiente que normalmente tendría vetado. Con solo 13 años, Hernando acompañó a su padre en el cuarto viaje que hacía al Nuevo Mundo. Lejos de ser un estorbo, el propio Colón destaca su valiosa ayuda en los diarios que escribía de sus aventuras. Esta expedición, que partió en 1502 y regresó en 1504, no sería el único viaje de Hernando a América. En 1509 acompañó a su hermanastro Diego cuando éste tomó posesión como gobernador. Con Diego Colón en América, Hernando asumió la representación de su familia en España. Aquí veló por los intereses de su hermanastro y pleiteó contra la Corona por los derechos de su familia sobre los nuevos territorios. Aunque finalmente perdió en sus pretensiones por una sentencia del Consejo Real de 1512, eso no empeoró sus relaciones con el monarca. Prueba de ello es que en ese mismo año se trasladó a Italia como embajador real ante la Santa Sede. Esta estancia en Italia, así como diversos viajes por Europa en esos años, no hacen sino engordar su gran pasión: la biblioteca que estaba reuniendo en Sevilla. Diversos estudiosos creen que al final de sus días su colección alcanzó más de 15 000 volúmenes, algo más que meritorio para la época. Parte de estos fondos pueden consultarse hoy en la biblioteca colombina que atesora la ciudad de Sevilla. El mérito de tamaña colección estriba no solo en el número de libros, sino en su calidad también. Y, para completar el valor de Hernando, inventó un sistema de catalogación que hizo más sencillo el acceso a sus fondos y la categorización de las obras. El amor de Hernando Colón por el conocimiento no se centró solo en los libros. También él mismo aportó a la cultura europea de la época con el estudio de la geografía de la Península Ibérica. Afamado cosmógrafo, fue llamado por Carlos I para que formara parte de la Junta de Badajoz, consejo científico que debía determinar el dominio sobre las Islas Molucas, en litigio con Portugal. La Corona también le encargó que hiciera un mapa de las Indias Occidentales. Nada más apropiado, puesto que él era hijo de quien las puso en el mapa. Añadió así el oficio de geógrafo a su larga lista de profesiones. Su óbito sobrevino en Sevilla el 12 de julio de 1539. Sharing Widget |